Las luces navideñas y la capacidad para comprometerse en combatir el cambio climatico

Se comenta en Facebook que este año no han puesto las luces de navidad y estamos a 8 de diciembre. Parece que este año, por fin, se está mirando por no consumir más electricidad, por ahorrar dinero, que falta nos hace.  Y por fin no es necesario decirle al Ayuntamiento que no encienda las luces tan pronto. La electricidad no utilizada para alimentar esta iluminación nos ha ahorrado carbón, petróleo y gas natural; además de los subproductos no deseados que se incluyen como el humo, la lluvia ácida y las emisiones de dióxido de carbono.

 Este año no nos han venido con la cantinela de que son de LED para convencernos de que son inútiles -pero consumen menos-, de que duran 20 veces más -y consumen 80 por ciento menos de electricidad que las luces normales- para justificar lo injustificable. 

 Tampoco ha habido contaminación lumínica prematura causada por millones y millones de pequeñas bombillas.  Las luces en las calles son un sinsentido tanto por el consumo de energía como por las consecuencias que el alumbrado nocturno en las calles pueden causar en los conductores que transitan por ellas. Según los expertos, el riesgo es mayor con trastornos de la visión, ya que el período de adaptación de la pupila aumenta y con ello el tiempo de respuesta al cambio de luz

 En los días en los que no funcionen las “festivas” luces de navidad, hará menos necesario compensar las emisiones de carbono producidas durante esta temporada mediante la plantación de árboles.

 Estamos contentos por la decisión de no empezar tan pronto a contaminar